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Definición

La Comisión Canadiense de Derechos Humanos en el año 2007 define así la enfermedad:

«La Sensibilidad Química Múltiple (SQM) es la denominación más utilizada para describir un síndrome complejo que se presenta como un conjunto de síntomas vinculados con una amplia variedad de agentes y componentes que se encuentran en el medio ambiente, presentándose dichas reacciones con una exposición a niveles comúnmente tolerados por la mayoría de las personas».

Esta definición se recoge en nuestro país en el Documento de Consenso del Ministerio de Sanidad, 2011.

La Sensibilidad Química Múltiple (SQM) es una enfermedad que se caracteriza porque está solapada con otras enfermedades comórbidas con las que convive como Fibromialgia (FM), Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), y Electrosensibilidad (EHS). Es multisistémica y de curso crónico, está caracterizada porque se producen procesos inflamatorios y degenerativos.

Etiopatogénia

La Enciclopedia Práctica de Medicina del Trabajo (pág. 856), del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el trabajo, diciembre de 2018, órgano del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social dice:

«El paciente tipo afectado es una mujer de mediana edad, con historial de exposición previa, por motivos laborales o no, a sustancias reconocidas como quimiosensibilizantes frente al SQM. Si bien no hay hoy en día pruebas definitivas sobre la etiología del proceso, se han detectado altos niveles de pesticidas en la sangre de pacientes afectadas por SQM, lo que da mayor peso a la hipótesis de la fuente química de la patología frente a hipótesis psicosomáticas o psiquiátricas, aunque sin descartar la influencia de la susceptibilidad por base genética de cada individuo u otras causas no determinadas».

Asimismo, el Ministerio de Sanidad Español, en su Documento de Consenso en SQM 2011 (pág. 21-33), afirma:

«A medida que se avanza en el conocimiento de la SQM, cada vez son menores los trabajos que hacen referencia al origen psicopatológico, predominando los trabajos que enfocan la investigación hacia un origen órgano-tóxico. En ambos casos, hay cabida para la exposición ambiental, fundamentalmente química, como desencadenante del proceso.

De igual manera, tampoco disponemos de pruebas concluyentes que sitúen su origen en factores psicológicos y/o psiquiátricos».

Datos epidemiológicos

Estos son los últimos estudios de prevalencia de la SQM en algunos países:

Steinemann, A. en su estudio «National Prevalence and Effects of Multiple Chemical Sensitivities» evaluó la prevalencia de la SQM en EEUU, diferenciando entre aquellas personas diagnosticadas por un médico de SQM y las que se autoreportan con Sensibilidad Química. Los datos de junio de 2016 muestran que un 12.8% de la población tenía SQM diagnosticada medicamente y un 25, 8% reportaban ellos mismos padecer sensibilidad química en base a notar especial sensibilidad a los químicos diarios y productos químicos perfumados.

Los resultados del estudio «Prevalence and effects of multiple chemical sensitivities in Australia» del mismo autor mostraban que, por todo el país, un 6.5% tenían SQM médicamente diagnosticada, y un 18.9% reportaban tener Sensibilidad Química en base a notar especial sensibilidad a los químicos diarios y productos químicos perfumados, y un 19,9% reportaba una de las de las situaciones o las dos.

También expone, según su otro estudio, «Chemical sensitivity, asthma, and effects from fragranced consumer products: National Population Study in the United Kingdom», que un 6.6% de la población del Reino Unido está diagnosticada clínicamente de SQM y un 16.3% reportaban tener Sensibilidad Química, en base a notar especial sensibilidad a los químicos diarios y productos químicos perfumados. Sin embargo, en la población de Suecia un 3.6% de la población padecen SQM diagnosticada clínicamente y un 18.5% reportaban tener Sensibilidad Química en base a notar especial sensibilidad a los químicos diarios y productos químicos perfumados («Chemical sensitivity, asthma, and effects from fragranced consumer products: national population study in Sweden»).

Criterios diagnósticos

El diagnóstico en la SQM se encuentra bien recogido en nuestro país en la parte III del Documento de Consenso del Ministerio de Sanidad del año 2011, en el que se indica de forma clara y sintética cuál es la definición de caso, criterios diagnósticos, etiopatogenia, diagnóstico, anamnesis-exploración física y pruebas complementarias. Además, cita cuestionarios que sirven de apoyo para el diagnóstico de la SQM.

Recomendamos a los clínicos la aplicación de todos los puntos expuestos en la parte III del Documento de Consenso del Ministerio de Sanidad, 2011.

Es importante incidir en que la SQM, no tiene ningún biomarcador patognómico. Es decir, no existe ninguna prueba específica que confirme o excluya la enfermedad.

Anamnesis

Los médicos formados en Medicina Ambiental que conocen la SQM tanto a nivel internacional como nacional afirman que en medicina una de las herramientas más importantes para hacer un diagnóstico certero es la Historia Clínica del paciente.

La Historia Clínica sirve para un doble propósito, en primer lugar, facilita información sobre la salud del paciente y posibilita las claves para determinar la susceptibilidad ambiental específica del paciente. Se necesita una información extensa acerca de la ocupación, hábitos alimenticios y de bebida, conocer el ambiente en el que vive, sensibilidad a los olores y uso de fármacos. La información obtenida de esta parte de la historia es fundamental porque sugiere, por un lado, exposiciones que pueden haber tenido lugar causando sensibilidad y, por otro lado, indica agentes desencadenantes potenciales que pueden mantener o exacerbar las enfermedades.

Precisamente debido a la importancia de la historia en el diagnóstico y tratamiento con éxito de la SQM, la información recibida debe analizarse e interpretarse de manera fundamentalmente distinta a como se haría en una historia médica estándar.

Una forma de distinguir una historia para Sensibilidad Química de una estándar es que registren los antecedentes médicos cronológicamente en vez de en presente y pasado, de esta forma se preserva la secuencia de desarrollo, importante para la identificación de la SQM.

Cualquier paciente con sintomatología que sugiera una enfermedad ambientalmente inducida, debería someterse siempre a una historia y un reconocimiento médico diseñados para aislar su naturaleza y factores causales. Este reconocimiento debe siempre incluir una buena anamnesis que identifique la correspondencia entre posibles exposiciones químicas y la aparición de signos y síntomas. El estilo de vida del paciente y el ambiente de su hogar y de su trabajo, tienen que ser valorados de forma exhaustiva, ya que a partir de ellos pueden identificarse contaminantes ambientales que potencialmente causen o exacerben la SQM.

Exploración física

Como en muchas otras enfermedades, el examen físico y los signos clínicos encontrados al explorar al paciente son enormemente importantes y representativos. En el caso de la Sensibilidad Química, el análisis detallado de estos signos reflejara las pautas específicas en las que estarán implicados el sistema muscular liso, así como las respuestas en piel, mucosa y sistemas neurológicos y del colágeno.

La señal más evidente y patognomónica de la Sensibilidad Química es la palidez de la piel que va de blanca a amarilla intensa y que se encuentra siempre en ausencia de ictericia esclerótica. Este color amarillento se confunde muchas veces con carotenemia, pero se produce en ausencia de caroteno en la sangre. Se describe clásicamente en algún envenenamiento por pesticidas, pero aparece en la mayoría de pacientes con SQM.

Rubor crónico, picor (muchos pacientes muestran urticaria, pero otros no), eczema, dermatitis, sudor excesivo o más frecuentemente dificultad para sudar, petequia, púrpura, edema, hematomas y extremidades frías son signos extremadamente comunes usados para el diagnóstico del paciente con sensibilidad química.

Grietas en las uñas de las manos, puños blancos, crestas en las uñas y padrastros aparecen con frecuencia, así como acné y forúnculos. En algunos pacientes con SQ se observan quistes y múltiples telangiectasias. Se ven con frecuencia pólipos cutáneos secos y escamosos y como pérdida de cabello. Los nevus se inflaman después de exposición química, emitiendo cuando se retira el incitante.

El signo clínico que habla de la implicación del sistema respiratorio en la SQM es la hipersensibilidad al humo del tabaco, lacas de pelo, perfumes y pesticidas que conllevan rinorrea nasal, ronquera, tos y sibilancias provocando rinitis vasomotora con estornudos y cornetes inflamados o nariz congestiva, tinnitus, sinusitis, pérdida de voz, tos, sibilancias, senos doloridos, inestabilidad en los pies, falta de aliento, edema periorbital y círculos negros periorbitales. Puede haber también asma.

Más del 50% de los pacientes con SQ tienen síndrome de válvula mitral prolapsada y otros signos de disautonomia.

Los aspectos unilaterales de la SQ pueden explicarse por la participación del sistema nervioso autónomo o la disfunción de vasos sanguíneos regionales. En los pacientes con implicación del SNC está presente con frecuencia un test de Rhomberg positivo, así como la incapacidad de andar en línea recta.

Pruebas complementarias

Algunas pruebas complementarias orientativas, sugeridas en distintos artículos que pueden realizarse para ayudar en la valoración del estado general del paciente en relación a la enfermedad que padece son:

  • Histamina, como marcador inflamatorio.
  • 6-OHMS, como marcador del insomnio crónico.
  • HSP27 y HSP70, como marcadores de estrés celular.
  • Anticuerpos anti-Po de la mielina, como marcador autoinmune.
  • Eco-Doppler Cerebral Pulsado, para medir el flujo sanguíneo cerebral.
  • Nitrotirosina, como marcador de estrés oxidativo (ONOO-).

Algunos clínicos han recomendado:

  • Test de perfil de ATP: medición de ubiquinona, citocromos, etc… para valorar la afectación mitocondrial.
  • Pruebas de esfuerzo, para medir la limitación funcional, pueden ser orientativas.
  • NIRS: Near infrared spectroscopy. Mujeres expuestas a organofosforados presentan una liberación de oxígeno alterada después del ejercicio.
  • Pruebas de autoinmunidad, como, por ejemplo: anticuerpos para descartas tiroiditis Hashimoto, etc.
  • SPECT u otras pruebas como PET, EEG. cerebral para valorar disfunción cerebral.
  • Valoración de procesos inflamatorios crónicos subyacentes, evaluándolo mediante el factor de riesgo inflamatorio con exámen de polimorfismos genéticos en relación a IL1-alfa, IL1-beta, TNFα, y receptor de IL1RA. Se evalúa el factor de riesgo de 0 a 5.
  • Valoración de todas aquellas enzimas que están vinculadas con la capacidad de eliminación de sustancias tóxicas y cancerígenas: la SOD, dependiente del Mg, la SOD dependiente del cobre y del zinc, la glutation peroxidasa, transferasa, catalasa…
  • Valorar la presencia de fenómenos alérgicos: pruebas LTT (pruebas de transformación de linfocitos, test melisa y test de hipersensibilidad).
  • Valorar la presencia de mercurio y de otros metales pesados, en sangre (plasmático, intraeritrocitario), pelo y orina. Esta valoración es muy importante si ha habido exposición laboral, se tienen o han tenido amalgamas de mercurio o alta ingesta de pescado.
  • Valoración de hongos en la vivienda o trabajo.

Instrumentos de medida y cuestionarios de salud

El cuestionario QEESI es la herramienta más usada de diagnóstico en la literatura científica y validada clínicamente. Esta herramienta permite hacer una graduación de la intensidad de los síntomas.

Clasificación

Prueba de la importancia que tienen los trabajos de N. Ashford y C. Miller en el ámbito de la SQM es que algunas de sus obras son tan relevantes que son citadas en una gran parte de los trabajos de investigación realizados en este ámbito, y se basan en ellas para desarrollar investigación posterior. Sus trabajos quedan recogidos en el Documento de Consenso del Ministerio de Sanidad, 2011 y en los Documentos realizados por estamentos oficiales de otros países, como el de Canadá, Australia, Alemania, etc… Este primero está expuesto en el apartado Biblioteca-Documentos de Consenso.

Criterios terapéuticos

El propio Consenso Internacional sobre SQM de 1999 en el que se establecieron los criterios de definición de caso de la enfermedad establecen que: los síntomas mejoran o se resuelven cuando los incitantes son eliminados.

El Ministerio de Sanidad, en su Documento de Consenso del año 2011, así como en la Actualización de la Evidencia Científica del año 2015, contempla la retirada o la evitación de los factores desencadenantes como la medida terapéutica más validada ante esta enfermedad:

«En el ámbito de la Medicina del Trabajo, los trabajadores afectados por el síndrome de sensibilidad química múltiple, deben ser considerados como trabajadores especialmente sensibles y, en cumplimiento del artículo 25 de la LPRL, se debe reforzar la aplicación de los principios de la acción preventiva descritos en los lugares de trabajo, evitando en lo posible la exposición a los agentes desencadenantes. Esto mejora los síntomas, disminuye el número de crisis y evita la aparición de nuevas intolerancias (…) Como para cualquier persona trabajadora especialmente sensible, la adaptación del medio laboral a la persona con SQM debe realizarse de forma individualizada, respetuosa e integradora, valorando cada caso de forma independiente. Las propuestas podrán ir desde medidas para mejorar la calidad del aire en la empresa (política de empresa libre de fragancias, cambio de uso de productos de limpieza, ventilación o reubicación de despacho…), hasta proponer cambio de puesto de trabajo a la persona afectada o valorar la necesidad de una incapacidad laboral temporal en fases sintomáticas de agudización o permanente, dependiendo de la gravedad de los síntomas y su profesión».

El apoyo a la aplicación de protocolos especiales para proteger a las personas con SQM en nuestro país viene también desde diversas instituciones públicas. Un ejemplo es la publicación del Protocolo de Sensibilidad Química Múltiple en las Unidades de Urgencias Hospitalaria de la Comunidad de Madrid, o el Protocolo de Mejora de Atención a las personas con Sensibilidad Química Múltiple elaborado por la Junta de Andalucía.

La Enciclopedia Práctica de Medicina del Trabajo del INSST expone:

«En prevención primaria, conocer en más profundidad la SQM resulta fundamental pues puede tener como efecto colateral una mejora de las condiciones medioambientales de la población general. En cuanto a la prevención secundaria, la detección precoz en los circuitos de atención primaria y servicios de riesgo laboral, puede ser una buena medida para evitar la amplificación y cronificación del mecanismo de sensibilidad, junto con la evitación de la exposición y reexposición a los agentes desencadenantes».